Bonus Track – Volveré

04/07/2010

Hola chic@s,

Me tomo una licencia de mi Sol personaje para hablarles como la autora del blog. La persona detrás de Sol, whatever… ustedes entienden.

Como algunos se habrán enterado por medio de FB, estuve pasando por una etapa rara, linda y muy difícil… ¡todo al mismo tiempo!

Primero, anduve dando vueltas por Europa, tratando de descansar, divertirme, rearmarme y dar cierre a algunas cosas que me tenían alienada, extrañada.

Al volver, empecé a trabajar en relación de dependencia y toda mi rutina se vio súbitamente modificada. A partir de esto, empecé a viajar muy seguido y llegué a conocer lugares como Jamaica o volví a encontrarme con el que fuera mi amor trasandino en Chile.

Al poco tiempo, mi viejo fallece. Un buen día, el tipo se levanta, se baña, saca el auto y se va a desayunar. A los diez minutos, la vida decide que yo me quede huérfana de un padre con quien jamás tuve la posibilidad de arreglar las cosas.

Cada muerte es diferente, pero habiendo superado ya 4 en 5 años, tengo la experiencia del que sabe que si pudo en ocasiones anteriores, va a poder nuevamente.

Y en eso estoy… sin muchas ganas de tocar, pero obligándome a hacerlo… sin muchas ganas de viajar, pero disfrutando de nuevas experiencias… sin ganas de limpiar, pero ya harta de verme envuelta en esa pena que se objetiva en la guitarra que rompí contra el piso del living al enterarme de la noticia y que todavía está ahí, intacta, recordándome no sé qué cosa, cumpliendo no sé qué función.

Pero hoy es domingo y me levanté temprano. Hoy voy a juntar los pedazos de la guitarra, voy a limpiar toda la mugre.

Hoy me senté y volví a redactar entradas. Probablemente también hoy vuelva el blog, pero no quiero hacer más promesas imposibles, dejándolos a la espera de algo que, si bien no es trascendental en la vida de nadie, no va a llegar.

Lo que sí puedo prometerles, es que volveré. Prontito.

Mientras, los dejo con unas fotos de Lisboa.

Gracias por entender.

Besos miles para todos.

Bonus Track – ¿Volveré?

19/04/2010

Hola a tod@s, mis muy queridos.

En este preciso instante me encuentro bebiendo mates en Londres, después de mucho trabajo, viajes y experiencias en Madrid, Islas Canarias y Lisboa.

Como ya sabrán, Bjork estuvo haciendo la danza del volcán en Islandia y acá todo es pánico, caos aéreo y la mar en coche. Se supone que vuele a Buenos Aires desde Madrid el miércoles, pero esto lo está complicando todo.

Planeo viajar a París desde acá y de allí a Madrid, cruzando los deditos para que todo salga bien.

Afortunadamente, el blog me dio un amigo que me va a ayudar a concretar la travesía. Para él, todo mi afecto y agradecimiento.

Para ustedes, mis queridos, también el agradecimiento por la buena onda y la paciencia. Si los motores del avión se paran en el medio del Atlántico por la ceniza volcánica, sepan que el blog termina cuando Gabriel… ¡chan! Jajajaja

Pronto, más noticias desde la llanura pampeana.

Besos miles, goodbye, au revoir, adeus, adiós.

Sol.

Día 29 – Bad Karma

12/02/2010

Dante me lo dijo en el primario: “Jirafa, hay chicas para usar y chicas para novia. Vos sos de las segundas”.

Mi carrera como novia empezó a los cuatro años con Martín, mi noviecito del jardín, y desde entonces, sólo gocé de algunos cortos períodos de soltería que exprimí al máximo, sabiendo qué poco iban a durar. Sin embargo, ni siquiera entonces pude sacudirme el estigma de novia.

Si invitaba a alguien a casa en plan de soltera de vida fácil y preparaba el desayuno al día siguiente, seguramente, también terminaba preparando almuerzo, merienda y  cena, cruzando los dedos porque le ocurriera alguna desgracia a mi invitado y finalmente me dejara sola.

Con el tiempo fui aprendiendo a decir con cierto encanto “convertite en pizza o andate” o “no te voy a acompañar al cumpleaños de tu mejor amigo, esas cosas las hacen las novias y yo no soy la tuya”. Pero no importaba cuán cruel fuera, siempre terminaban intentando “ennoviarme”.

El estigma de ser una chica-para-novia fue  mutando con los años a “sos-una-chica-para-casarse”. Recibí y rechacé más de una propuesta de matrimonio, algo que siempre me impidió entender cómo es que existen mujeres de treinta y tantos que todavía están buscando a quién las saque de sus fines de semana de helado y pantuflas o que, acercándose a la tercera década, comienzan una búsqueda implacable por alguien que les quite el mote de “solterona”. Teniendo veintiocho años y habiendo terminado recientemente la relación más importante y prometedora, en términos de proyección futura, de mi vida, jamás me había planteado como opción engrosar sus filas, ser una de ellas.

Hasta ese día.

-Sol: Hola, Fede –tonta, tonta, ahora sabe que tenés identificador de llamadas y la próxima vez que no lo quieras atender no te va a creer que, simplemente, no estabas-. ¿Cómo estás?

-Fede: Bien… bien. ¿Vos?

-Sol: Bien –sabelo, no pienso volver a salir con vos aunque te muestres tan seguro. No me vas a enganchar, perejil.

-Fede: ¿Vamos a tomar un café?

-Sol: ¿Hoy? Imposible –mañana, pasado y traspasado mañana tampoco. No, no, no. No me vas a atrapar, no pienso ser tu novia-. Arreglamos para otro día, ¿querés? –para el día que los chanchos vuelen. Conformate con haberme besado, pero sabelo: lo hice por efecto de la cerveza.

-Fede: En realidad… bueno, no te lo quería decir por teléfono –sonaba misterioso y algo nervioso. Mi experiencia hasta ese día me indicaba que el café estaría destinado a hablar de la salida anterior, el beso y, seguramente, incluiría alguna declaración de amor.

-Sol: Mirá, Federico, yo también te quería decir que… -hice una pausa mientras buscaba con qué palabras decirle que la habíamos pasado bien, que era un chico encantador, pero yo estaba en otro plan.

-Fede: Yo también te quería decir algo. ¿Cómo te lo explico? El otro día que salimos la pasamos tan bien…

-Sol: Sí, la verdad que sí –y espero que lo hayas disfrutado porque no creo que vaya a haber otra salida.

-Fede: Sos una mina encantadora…

-Sol: Gracias… –esto me resulta conocido, no será que…

-Fede: Pero yo estoy en otro plan.

-Sol: Chan. Ahí viene la declaración de amor y la propuesta de algo más serio.

-Fede: Disculpá que no te haya llamado al día siguiente, como te prometí.

-Sol: Todo bien, no hay drama –¡es verdad! Qué desgraciado, no lo puedo creer… ¿qué se piensa que soy? ¿Una chica que besuquea y después no llama? Ah, no, no.

-Fede: Un amigo mío fue al recital. Te juro que no te estaba siguiendo, ¿eh? Es que mi amigo me invitó a un recital y no pensé que iba a ser el mismo al que vos ibas a ir… pero…

-Sol: Todo bien, en serio. ¿Por qué no me saludaste?

-Fede: Porque recién me di cuenta de que estábamos en el mismo recital cuando te vi arriba del escenario.

-Sol: Ahhhh, ¡qué papelón! –claro… descubrió mi costado alocado y se murió de amor. No lo culpo, mi bailecito fue muy sensual…

-Fede: Mi amigo me mandó el video al día siguiente…

-Sol: Sí, me quiero morir, tiene un montón de visitas, ¿viste? –soy una rockstar del baile psicodélico, nennnne. Así que sabelo: no tenés chance.

-Fede: Sí, sí, lo vi. Yo en realidad estaba buscando algo más serio, a alguien más serio y…

-Sol: ¿Eh? –yo soy seria, yo soy “la novia”. No, no, no. ¡No es así! Se supone que yo soy para-novia y me querés enganchar, como todos, claro.

-Fede: Por eso no te llamé al día siguiente. Pero no daba no llamarte más, tampoco decírtelo por teléfono, porque la pasamos tan bien y yo te dije que íbamos a volver a vernos y tal vez te ilusionaste con la idea, pero…

-Sol: Pero vos estás en otro plan, ¿no? –¡Nadie le dice “poco seria” a Sol Schwartz! ¡Nadie! Me usó como a un trapo que se besuquea y se arroja.

-Fede: Claro. Y vos… por lo visto…

-Sol: Por lo visto, no soy una chica seria –/(·¡(¿)/@”()/U($)?”=!*$(·” .

-Fede: No es nada malo, ¿eh?

-Sol: ¿Por qué habría de serlo? -$/()”?=!?$@(/**)(“/?!

-Fede: Estamos bien, entonces.

-Sol: Obvio -&/·$()/”(%·&$(*@#|#

-Fede: ¿Cómo sigue Benito?

-Sol: No sé. Me arañó, así que le arranqué el pañal de un tirón, le pegué una patada en el traste y lo mandé afuera con su dueño –no sólo no soy seria, sino que soy la chica de tus pesadillas-. Igual, ya estaba bastante deteriorado, porque no le di más los medicamentos.

-Fede: ¿Eh? ¿Cómo que…? –sonaba extrañado.

-Sol: Y, sí. La verdad, por mí que ese gato se muera. Gabriel le sigue dando de comer el alimento que lo enfermó. Si él no va a cuidar de su mascota, ¿por qué habría de hacerlo yo?

-Fede: Pero… ¿cómo está evolucionando? Es crucial que tome los remedios para la infección.

-Sol: Creo que sigue con fiebre, porque la otra noche me lo encontré en el bidet, buscando refrescarse, como la vez que lo llevé a la clínica. Ni loca lo volvía a llevar a la veterinaria. Por mí, que se ahogue en su sangre hirviente.

-Fede: ¿Sol? –sonaba horrorizado.

-Sol: ¿Qué? Además de no ser una chica seria, odio a los animales. Obviamente no soy una chica con la cual puedas tener ningún tipo de relación –y para tu información, no necesitaba ninguna explicación, yo tampoco quería nada con vos ¡Jo!

-Fede: Si no querés a Benito y Gabriel no lo va a cuidar, dénmelo a mí.

-Sol: Ni loca. Que se muera. Chau –dije fríamente y corté.

Ja, chica no seria. Yo. Claro. No, para nada… no… si me voy a quedar solterona, claro… porque soy taaaan vieja. Ok, pronto cumplo veintinueve… más dos años de noviazgo antes de casarme… hmmmm… más dos años de matrimonio para tener hijos… hmmmm… los óvulos disminuyen un 90% después de los treinta… hmmm… lo leí en Minutouno.com… pero qué va a ser cierto lo que dice ese portal… mejor me saco los zapatos y me pongo pantuflas… total estoy en casa… o sea… tendría que ponerme de novia ya… hmmmm… de cualquier modo, puedo adoptar… sí… ¿por qué pienso en estas cosas? Mejor me pongo una peli… me pido un helado y…

-Superyó: Esto te pasa por haber echado a Gabriel y al pobre Benito. Ya te lo dijo Lore: se llama mal karma.

-Sol: Callate que ya empieza “El diario de Bridget Jones”.

-Superyó: Típico de treintañera solterona.

-Sol: ¡Que te calles!

Día 29 – Instant Karma Is Gonna Get Ya

08/02/2010

Lore cree en esas cosas. Yo no, claro que no. Claro que yo no creo en esas cosas. Antes de decidir ser música, quería ser científica. Yo no creo en esas cosas, claro. ¿Por qué habría de hacerlo?

El “universo” no existe. No. Claro que el “universo” no existe.

Existe el Universo, sí. Pero es una constelación de cosas que giran alrededor de otras. El Universo existe, por supuesto. Es así: hubo una explosión originaria y -¡kapow!- con ustedes, ladies and gentlemen: el Universo.

Pero esa tarde todos los planetas se alinearon. Todos. O, al menos, sin saberlo, todas las personas significativas en mi vida se turnaron para llamarme.

Ok, ok. No todas. No existe cosa tal como un teléfono desde el más allá. Pero los que tenían que llamar, llamaron. Los que no pudieron estaban marcando los números o, al menos, eso quise creer.

Se preguntarán por qué. No tengo las respuestas. Pero esa tarde todo, todo se ordenó. Sin que yo hiciera nada. O sí. Hice mucho. Tal vez, fue por eso que todo lo que tenía que ocurrir, finalmente, ocurrió.

Día 29 – Loca de mierda

05/02/2010

-Sol: Estoy cansada de estar encerrada en mi cuarto, Gabriel. Tampoco puedo estar en el living porque entre el olor a podrido de tus cosas, las piedras de Benito que no puede salir al balcón y el incienso que prendió Lore, esto parece un templo construido para alabar a la mugre, de la cual sos devoto. Por tu culpa, tengo que soportar a Lucha diciendo que esto es un chiquero todo el santo día.

-Gabriel: Tenés razón, Sol.

-Sol: Sí, ya sé que tengo razón. ¡Tengo razón en todo! Estoy cansada, Gabriel.

-Gabriel: Bueno, tomate un descanso del trabajo y dormí un rato.

-Sol: No, tarado. Estoy cansada de vos. Estoy podrida de vos. No te aguanto más. Encima, por tu culpa, tengo que vivir aguantando a Pepita la pistolera amenazándome con hablar con el dueño de esta casa si no dejamos de hacer ruido.

-Gabriel: ¿Otra vez está jodiendo con eso?

-Sol: ¡Tiene razón! ¡Yo tengo razón! ¡Todos tienen razón, menos vos! –le grité con los brazos levantados, dándome vuelta para que no viera que en realidad me estaba riendo. Lo de Ezequiel me había colmado la paciencia y ya no pensaba ser tan meticulosa con mi plan para echarlo. No podía, no aguantaba más estar rodeada de gente que sacaba provecho de mí-. Yo no sé qué parte no entendés vos de que el alquiler de este departamento lo paga mi viejo. ¿Qué parte no entendés? Te lo aclaré mil veces, mil. Si la loca esta va a hablar con el dueño, el dueño va a hablar con mi viejo. Y, yo, no pienso hablar con él.

-Gabriel: Sí, claro. Ahí entiendo.

-Sol: De lo único que me doy cuenta, Gabriel, es que yo soy la única que actúa como amiga con todos los que dicen ser mis amigos. Te estoy dando un lugar para que te quedes, no le conté nada a Josefina y…

-Gabriel: Yo tampoco le conté nada a Javier…

-Sol: ¡Ahora te lo tengo que agradecer! ¿Tengo que agradecerte que hayas revisado mi computadora? Decime, tarado, ¿tengo que agradecerte por haberte confiado secretos como amigo y que después poco menos me chantajees? Mirá, vos no sólo sos un mentiroso. ¡Sos un ladrón!

-Gabriel: ¡Para vos todo fue fácil, Sol! ¡Todo!

-Sol: A ver, decime qué fue fácil para mí, ¡qué!

-Gabriel: Papi te regaló un departamento –me dijo con voz aniñada, como irónico-. Papi es tan, pero tan bueno, que le compró otro a tu hermana y le dio el tuyo para que viviera y mientras tanto te paga un alquiler. ¡Pobrecita, Sol!

-Sol: Mirá, cuando no tuve donde vivir no le mentí, ni le robé a nadie. Hasta donde yo sé, mientras estuve en tu casa cociné todos los días, te compré todo el alcohol que tomás en cantidades industriales, ¡hasta estuve toda una mañana limpiando tu bañadera que parecía un porquerizo! Yo no fui a tu casa con excusas falsas, ni llevé animales…

-Gabriel: ¡A Benito dejalo afuera de esto! Y si estás enojadita porque tu gran amiguito te recontra cagó de arriba de un árbol, ¡no te la agarres conmigo!

-Sol: El que me cagó primero, fuiste vos. Sabías que nunca te iba a dejar en la calle y, de última, ¿sabés qué? Vos también tenés suerte de que “papi” pague el alquiler, porque desde que estás acá no pagaste ni una factura, ¡ni una! ¿Josefina sabe que estás con Lore? ¿Sabe que la invitás acá y allá mientras ella paga el crédito que le hiciste sacar?

-Gabriel: Bueno, veo que te vino la regla y estás dominada por tus hormonas, querida. Me voy a dar una vueltita hasta que te calmes. Calmate, Sol. Estás muy nerviosita.

Los hombres nunca, nunca van a entender que lo peor que pueden hacer cuando efectivamente estás nerviosa es pedirte que te calmes. Las palabras mágicas para terminar de sacar a cualquier mujer de las casillas son: “calmate” y “tranquilízate”. O, peor, endosarle el motivo de tus nervios al período. Ambos recursos, utilizados de una misma oración, pueden tener efectos catastróficos.

-Sol: Fantástico. ¡Andate! –le grite desaforadamente mientras levantaba a Benito y se lo entregaba-. Ya que te vas a dar una vuelta, sacá a pasear a tu gato.

Gabriel me miraba sin entender que estaba hablando en serio. Le repetía que se fuera, pero no se movía, así que lo levanté de los hombros, lo llevé hasta la puerta y lo empujé para que saliera. Una vez que estuve en el pasillo, cerré la puerta rápidamente y sentí como si mil agujas se me clavaran en el tobillo.

-Sol: ¡Otra vez vos! ¡Vas a aprender a no arañar al pie que te da donde dormir, gato de porquería! –lo levanté nuevamente y me arañó la cara. Gabriel tocaba el timbre y golpeaba la puerta pidiéndome que lo dejara pasar para buscar su billetera.

-Sol: ¡No vas a pasar, ahora te doy tu billetera! ¿Dónde la dejaste?

-Gabriel: Está en el bolsillo interior de mi campera, loca de mierda.

“Calmate, tenés la regla, loca de mierda – calmate, tenés la regla, loca de mierda – calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda calmate, tenés la regla, loca de mierda”, eran las palabras que retumbaban en mi cabeza como si fuera un remix infernal, mientras buscaba la billetera.

“Ah, sí, mirá qué loca de mierda soy”, pensé y le saqué todo el dinero, le tiré la billetera vacía y, sin pensarlo dos veces, puse a Benito en el pasillo y cerré la puerta.

-Sol: ¡Mirá qué loca de mierda soy! ¡Mirá qué…! –no alcancé a avisarle que me había quedado con toda su plata y me pensaba pedir diez kilos de helado con ella, porque el teléfono sonó y sabía quién era.

Día 29 – V.I.P.

21/01/2010

Todos amamos a Ramón, el verdulero-almacenero-kiosquero del barrio. ¿Cómo no hacerlo? Ramón escribe poesías con tiza en pizarras que cuelga en las paredes de su local en la esquina. Conoce el nombre de todos los históricos del barrio, pregunta por los parientes y siempre elige la mejor verdura. Ramón no le cobra los envases de cerveza a los conocidos y siempre tiene cambio. La venta ilegal del etílico elixir le ha costado más de una clausura, pero jamás te va a negar una botella después de las once de la noche.

Ramón me cuida el ficus cuando viajo y, la última vez, me lo devolvió disfrazado de arbolito de navidad con una caja de chocolates con moño improvisada como regalo.

En el negocio de Ramón estoy autorizada a abrir la caja, cobrarme el vuelto, abrir la heladera, agarrar los cigarrillos y jamás hago cola. Soy una especie de clienta VIP, a la cual hacen pasar adentro, mientras el resto de los clientes son atendidos tras las rejas de la puerta.

Pero no sería hasta esa tarde que comprendería mi status de clienta Premium.

-Ramón: El envase me lo traes después, piba. Vení. Antes de que te vayas, quiero que conozcas a alguien –me dijo serio, casi como si fuera una orden, y me hizo pasar al comedor de su casa, anexada al local-. Ni te imaginás quién está almorzando conmigo, piba. ¿Querés una milanesita?

Sentados a su mesa, había dos hombres. Apenas me vieron entrar, hicieron de lado las milanesas y se pusieron de pie, como dos verdaderos caballeros. Uno se sacó la gorra para saludarme, y me pareció un lindo detalle. El otro me miraba raro: levantaba y bajaba las cejas como esperando alguna reacción de mi parte. Asentí con la cabeza, como dándome por aludida, pero el tipo insistió con el gesto de las cejas y me sonrió con todos los dientes, mientras señalaba su rostro con ambas manos.

-Ramón: Te presento a un gran amigo mío, aunque no creo que haga falta.

-Sol: Ehhh… no, claro que no, Ramón. Por supuesto que no hace falta.

-Megaestrella: Tomá, querida. Podés venir a verme cuando quieras –me dijo, sin dejar de masticar el pedazo de milanesa que tenía en su boca y me extendió una invitación.

-Sol: ¿En serio?

-Megaestrella: Claro, querida –aseguró como si me estuviera dando acceso al evento de mi vida.

-Sol: Bueno, caballeros. Los dejo continuar con su almuerzo. Un gusto, un honor haberlos conocido.

Ambos hicieron una reverencia y Ramón me escoltó hasta la puerta.

-Ramón: ¡Viste, piba!

-Sol: ¡No lo puedo creer, Ramón! –dije con una emoción fingida, pero bastante convincente.

-Ramón: Y… hace años que es mi amigo –se sonrió satisfecho y me abrió la puerta de la verdulería.

-Sol: Un verdadero orgullo. Te felicito.

Ramón se quedó en la puerta, viéndome mientras me iba y adiviné en sus ojos que tenía ganas de gritar a los cuatro vientos: ¡Joe Rígoli está almorzando conmigo!

Joe Rígoli, lo recordarán de películas como… «El novicio rebelde» o «El desastrólogo»

Día 29 – In the Meantime

21/01/2010

-Ello: Qué bien, qué bien, Solcito. Ya era hora de que te avivaras: no-sos-Flanders.

-Sol: Es verdad. No lo soy y no tengo ninguna obligación de serlo. Menos con este ímbecil a rosca. Lo que no entiendo, realmente, es por qué hizo algo así. Digo… siempre fui buena con él. De hecho, así lo conocí…

-Superyó: Es lo que corresponde. ¿Vos hacés cosas buenas esperando algo a cambio?

-Yo: No creo que sea el caso, Superyó. No se trata de esperar algo a cambio, sino de mera reciprocidad.

-Superyó: ¡Pero yo quiero que nos construyan un monolito! Ehhh… ¿cómo sería un monolito de nosotros?

-Sol: ¿Una mujer de cuatro cabezas? Qué deforme –pensé antes de imaginarnos convertidos en una especie de medusa de bronce, toda cagada por palomas y grafiteada con frases tipo “Ramón Gato Pardo”, “Boca puto”, “Aguante Caballito”.

-Yo: Si fuera por vos, Superyó, más que en monolito, nos convertiríamos en la estatua del Príncipe Feliz y vos serías el pájaro que no migra para donar todas sus partes, sólo para darse cuenta que con su sacrificio no cambiaron nada sustancial de este mundo de mierda.

-Ello: Estoy muy movilizado, muy. No voy a poder disfrutar de nada hasta que no tomemos una decisión. Meditémoslo con una cerveza.

Salí al balcón a buscar algo de ropa limpia para cambiarme y me distraje viendo al vecino de la casa de enfrente que suele practicar algún arte marcial en la terraza. Siempre me divierte verlo pegándole a la pared o dando saltitos para esquivar a un oponente imaginario. Cada vez que lo veo, me juro que la próxima vez lo voy a filmar, le voy a poner de fondo la música de Rocky y lo voy a subir a YouTube, pero nunca lo hago.

Agazapada para que el tipo no pudiera verme en ropa interior, me reía bajito e intercalaba el tarareo del soundtrack de Rocky con frases como “Adriaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan”, hasta que el sonido de unas llaves tratando de abrir la puerta me interrumpió. Recordé que había dejado mi llave puesta y que en ese momento odiaba al mundo.

-Yo: De Gabriel nos ocupamos después. Dejalo entrar.

-Sol: Ok, ok.

Me puse lo primero que encontré en el tender y corrí a abrirle a Gabriel que estaba a punto de tirar la puerta abajo.

-Gabriel: ¡Abrime, Sol! –gritaba desesperado, mientras yo me debatía entre el bien y el mal-. Qué mina pelotuda –escuché que susurraba y la lucha la empezó a ganar el diablo que me hablaba al oído.

-Lore: Pobre Sol. Tal vez necesite un momento de intimidad. No la está pasando bien… vamos a tomar algo por ahí –conozco a Lorena desde los cinco años, sabía que lo decía sinceramente. Me quedé en silencio unos segundos y escuché que le proponía a Gabriel:- Vayamos a tomar un café a Bonafide y, de paso, le reponemos el café que te tomaste.

Tuve que contener el impulso que sentí de abrir la puerta y darle un abrazo. Después de todo, todavía tenía que hacerla sufrir un poco más por andar con ese cocoliche, así que me limité a abrir la puerta, darles un beso y salir, sin saberlo, al encuentro de una megaestrella.

Día 29 – Deadline

19/01/2010

From: ezegocéntrico@egoismo.com

To: sol@odioalmundo.com

Subject:

Yo pienso que tu blog es lo mas mediocre que hiziste, seguido de haber vailado arriva del esenario.

From: sol@odioalmundo.com

To: ezegocéntrico@egoismo.com

Subject: Re: …

Revisarle la computadora a tu amiga no es, ni cerca, lo más mediocre que hiciste. Grabaste un disco con tu banda para probarlo. Lástima que yo ya se lo haya dado al Rockstar, pero se resuelve fácil. Olvidate del festival.

From: ezegocéntrico@egoismo.com

To: sol@odioalmundo.com

Subject: Re: Re: …

No me podes haser eso a mi, Sol. Yo habre estado mal, pero vos ya te vas de tema. ¿Como me vas a dejar a mi sin lo del festibal? Yo ya le conté a los chicos de mi vanda, no se que les voy a dezir ahora.

From: sol@odioalmundo.com

To: ezegocéntrico@egoismo.com

Subject: Re: Re: Re: …

No es mi problema, Ezequiel. Te hubieras acordado de tu banda cuando traicionaste mi confianza, entraste en mi casa y revisaste mis cosas.

Y, ah, lo que una persona con tu redacción, ortografía y talento artístico tenga para decir sobre lo que escribo me tiene muy sin cuidado.

Tu problema no es que alguien escriba una boludez caricaturizando tu narcisismo y tu egocentrismo, no. Tu problema es creer que le importa a alguien más que a tu analista.

-Sol: Hola, Rockstar –estaba sorprendida de mi determinación. Había marcado sin ningún remordimiento y estaba decidida a cumplir con mi amenaza.

-Rockstar: Hola, nenennna, ¿venís al festival? Ya estás en la lista.

-Sol: En realidad, te llamaba para pedirte que bajaras a mi amigo, el del demo.

-Rockstar: Todo sí. Pero, ¿qué pasó?

-Sol: Vino a mi casa, me pidió la máquina para revisar los mails y terminó revisando mis cosas.

-Rockstar: Bueno, es una boludez. La fecha ya está programada. ¿No podés dejarlo de lado?

-Sol: Encontró un blog que escribo, lo leyó y me dijo que era más mediocre que haber bailado en el escenario aquella vez, ¿te acordás?

-Rockstar: ¿Cómo me voy a olvidar? Fue un highlight en mi carrera. Mediocre él y su bandita de mierda. Para mí fue re grosso, ¿quién ese imbécil para juzgar qué? Olvidate, nennnena, lo bajo ya.

-Sol: Gracias, Rockstar. En serio. Sé que es re maloso de mi parte y… -me interrumpió.

-Rockstar: Nennna, ¿estás segura de hacerlo? Mirá que no hay vuelta atrás…

-Sol: Sí, sí… en realidad… bueno, que se joda si la banda se decepciona, ¿no? Ellos no me llamaron para agradecerme la fecha, por qué tendría que preocuparme yo si la pierden… ¿no?

-Superyó: ¡Ja! Así me gusta… recapacitá, Sol. No podés ser tan vengativa.

-Sol: ¡Callate! Si fuera por vos, yo sería la Madre Teresa de Calcuta. Cortala o le cuento a Luna que estás tratando de convertirme en una mártir otra vez.

-Superyó: ¡Ouch! ¡Adiós!

-Rockstar: ¿Seguís ahí?

-Sol: Sí, sí, estaba pensando que…

-Rockstar: Hagamos una cosa: te doy hasta las siete de la tarde. Pensalo bien y me llamás. ¿Cuándo vamos a tomar unas cervezas?

-Sol: Eh… te llamo a las siete.

-Rockstar: Todo bien, nennenna. Para mí fue genial que te subieran, que bailaras. Sabelo.

-Sol: Hablamos.

Día 28 – A Guide To Recognizing Your Friends

18/01/2010

Si una persona, supongamos que soy yo en este caso, escucha hace más de diez años tus problemas, aunque le quemes la cabeza, aunque tenga problemas propios más importantes y los deje de lado: probablemente esa persona sea tu amiga.

Si una persona, supongamos que se llama Ezequiel, te cuenta todos sus problemas hace más de diez años, siempre te interrumpe cuando le contás los propios y jamás puede dejar de hacer referencia a su persona: probablemente estés frente a un amigo egocéntrico.

Si sos alguien como Ezequiel y tenés una amiga, supongamos que se llama Sol, que siempre está tratando de ayudarte con tu carrera y se conecta con gente para ver en qué te podés beneficiar: definitivamente, sos una persona afortunada que tiene una amiga de verdad.

Si sos una amiga de verdad, como Sol, probablemente puedas dejar de lado que un amigo, como Ezequiel, supongamos, no te haya apoyado cuando estabas triste y lo recibas en tu casa para aceptar sus disculpas, escuchar nuevamente todos sus problemas y hasta lo abraces mientras llora: evidentemente, sos la clase de amiga que hay que conservar.

Si sos un tipo como Ezequiel y tenés una amiga como Sol y vas a su casa a disculparte por haberla dejado en banda con sus problemas, acabás hablando –nuevamente- sólo de los tuyos, pero ella te consuela, te prepara té, te presta su computadora para que revises los mails y vos, en cambio, le revisás la computadora: concluyentemente, no sos ninguna clase de amigo.

Día 27 – La primera vez y la última

12/01/2010

(Advertencia: esta entrada es un bajón)

Pola se iba a casar, eventualmente. Lucha iba a volver con Rubén, eventualmente. Y yo había perdido mi norte, porque el único que de verdad tenía algún atisbo de realidad era con Javier, formando una familia. La que nunca tuve, tal vez. La que siempre quise, seguro.

Meses (que ya ni recuerdo cuántos) atrás…

Mi primera sesión con Luna

-Sol: Hola, me llamo Sol. Mi mamá se murió hace algunos meses y, desde entonces, lo único que hago es mirar series, tomar licor de huevo y comer papas fritas.

-Luna: Ajá…

-Sol: Y lo hago todo tan bien, que ni Javier se da cuenta que estoy todo el día mirando series, tomando licor de huevo y comiendo papas fritas.

-Luna: Ajá…

-Sol: Pasa que para mí debe ser más difícil, me imagino… ¿no? Porque yo soy atea y, mi familia, no.  Entonces ellos saben que es una cuestión de tiempo. En realidad, que hay que invertir el tiempo y, entonces, tanto tiempo sin verla significa, en verdad, tanto tiempo menos para verla.

-Luna: Ajá…

-Sol: Porque la gente deja de existir, ¿no? Es eso: deja de existir. Muere y ya está: no existe más. Entonces, ¿cómo vivís con esa impotencia?

-Luna: Entiendo… tomá –me pasó una caja de tissues con aroma a melón y pepino, que sólo recordaría cuando ya no estuvieran a la venta y Luna me explicara el porqué de esos tissues corrientes.

-Sol: Es que la sola idea de que todo haya sido en vano…

-Luna: No lo fue –afirmó con seguridad.

-Sol: ¿Cómo que no? Después de todo… está muerta. Soy huérfana de madre. Tengo que aceptarlo, ¿qué más puedo hacer?

-Luna: Veo como si… como si en vos no existiera ninguna clase de pensamiento mágico.

-Sol: ¿Pensamiento qué? –dije entre los mocos que se drenaban hasta llegar al aroma que tantas contradicciones me provocaba. Había algo de vida en sentir aromas. Había algo de vida en olores distintos a los claveles, las rosas. Yo estaba respirando. ¿Qué otra prueba necesitaba de que no todo estaba tan muerto como yo pensaba?

-Luna: Pensamiento mágico. ¿No hay nada que guarde de ella?

-Sol: Sí, claro… sus recuerdos… yo qué sé… algunas cosas que me dijo… Es que… -flexioné las piernas en posición fetal y deseé que lo que iba a decir no fuera cierto, que fuera el resultado de mi incredulidad, de mi ateísmo o, simplemente, de la ausencia de pensamiento mágico que, según Luna, explicaba todo.

-Luna: No. Algo, algo. Algo tangible, algo a lo que…

-Sol: No. Nunca más volví al cementerio. Quiero creer que si ella está en algún lado, no es ahí. Mi mamá no está en ese lugar silencioso, lleno de flores que tiene que sacar un cuidador para que no apesten a podrido. No. Si mi mamá está en algún lado, tenelo por seguro, no está ahí.

-Luna: ¿No podemos encontrar otro lugar? Tal vez sea mejor ubicarla en un lugar lleno de vida.

-Sol: Mirá, cuando se enfermó, no sé bien porqué, se le dio por tejer y por plantar. Lo último era lo más raro de todo. Ella decía que “las plantas se le morían”, como si fuera un orgullo. Las plantas se le morían porque ella no llevaba la vida de madre-cooperadora –así llamaba a las que amas de casa que llegaban media hora más temprano a la puerta del colegio para poder chusmear con las otras madres y, en ocasiones, hasta llegaban a participar de los actos escolares como si fuera una especie de revival de su infancia-. Pero cuando supo que se estaba por morir compró un rosal, un jazminero y un ficus.

-Luna: ¿Dónde están?

-Sol: Muertos.

-Luna: ¿Todos?

-Sol: El ficus tiene cuatro hojas, todavía… el resto: caput.

-Luna: ¿Quién va a cuidar del ficus?

-Sol: Magoya.

Luna me recomendó que me hiciera del ficus, que lo cuidara. Me dijo que tenía que resignificar a la planta. Ok. Juro que lo intenté. De hecho, hoy, veo el frondozo ficus crecer en mi balcón, pero jamás encontré el pensamiento mágico en él.

De verdad. Lo juro. Lo intenté. Le compré una maceta hermosa. Me senté a comer galletitas con él. Le hablé cuando nadie me veía. Le limpié las hojas con leche. Pensé que lo había logrado, pero no pasaba nada. Lo veía y me decía: “es un ficus, pelotuda”.

Día 27 propiamente dicho.

Las chicas se fueron ayer, pero todavía pienso en Rubén, en Juan y en Javier, que jamás volvería a hacer algo como lo que hicieron ellos por sus novias, mis amigas. Estoy en casa, sola. Gabriel se fue a comprar algo para desayunar, léase, se fue a buscar a Lorena que se fue dando un portazo el día anterior.

Estoy en casa sola. Estoy enfrente del ficus. Benito intenta provocar mi lástima y ternura con algunos ronroneos en pañales, pero enseguida se da cuenta de que es inútil. Tengo una tarea más importante: tengo que lograr que el ficus me reconforte.

Le hablo. Lo acaricio. Lo abrazo.

Ya es mediodía y estoy sin dormir y espero que el ficus me mande a descansar tranquila entre las sábanas, pero muy poco puede hacer un montón de hojas con tronco y nada puede decir que me acomode el pelo o me palmee la espalda. Lo mismo lo miro, como si en él durmiera alguna especie de cura eterna para la soledad que me estruja el alma y el cuerpo, dejándome sólo algunas lágrimas para la frustración cuando la fórmula mágica falla.

Me acaricio el brazo como tratando de reconfortarme y un recuerdo me invade.

Todos llevaban estampitas a los exámenes y yo llevaba la foto de mamá.

Hoy, a esa foto, la llevaba siempre encima. Encima. “Encima” es la clave. La necesito en mí.

Después de intentarlo tanto tiempo me doy cuenta de que necesito tenerla en algo vivo. Pero no como un ficus. La necesito en la piel, en la carne. Realmente, necesito llevarla conmigo.

Corro como desesperada, temiendo que se me pase el efecto del porro y el momento de lucidez se vaya con él.

Lo logro, llego a alcanzar el teléfono y marco el número de Colmillo. Le pido que me recomiende a alguien que pueda hacer bien ese trabajo. No porque fuera complicado. No lo era. Si no por lo que significaba. Iba a ser mi refugio. Así como las tortugas llevan su caparazón consigo, yo iba a tener mi refugio. Lo iba a tocar como si fuera mágico, eso que me había dicho Luna. Iba a ser algo para mí, una de esas cosas que si contás no se te cumplen.

Colmillo me dio un teléfono y una dirección. Llamé y me dijeron que necesitaba dejar $100 de adelanto. Le aseguré al tipo al teléfono que iba a costar mucho menos, pero que dejaba lo que fuera porque me cumpliera el deseo.

No se imaginan, no tienen idea. Encontrar el pensamiento mágico es increíble y yo pensaba que todo iba a resumirse en ese caracter. Esa letra que iba a estar siempre conmigo, porque la vida se parece mucho a un examen continuo y yo iba a tenerla a ella siempre conmigo. Mi estampita fotográfica. El único ser vivo beatificado por una imagen.

Le aclaré que yo no quería que fuera pura exhibición. Estaba agitada y tenía los ojos psicóticos del que no duerme. Lo acepto. Pero él se negó.

Él se negó a tatuarme con el argumento de que si uno se tatúa es para mostrarlo. Yo quería lo contrario, quería algo íntimo, algo que acariciar para reconfortarme. Algo que fuera mío y de nadie más. Me dijo que “no estaba lista” y que él ya había ayudado a mucha gente a superar duelos, pero que lo que yo le pedía no me iba a quedar bien y, por eso, no podía ayudarme con el mío.

Le dije que trataba de venderme algo que iba en contra del concepto que le estaba describiendo, que no le pedía que me ayudara a superar ningún duelo, que se limitara a hacer lo que le pedía y por lo cual estaba dispuesta a pagar, si quedaba mal, era cosa mía.

No hay nada peor que el ego de un pseudo artista. No hay nada más hipócrita que el artista que vende su arte a pedido y pretende que éste no sea una mera mercancía.

Cuestionó mi pedido, cuestionó mi deseo, cuestionó mi duelo. Yo sonreía y le refutaba cualquier argumento, para ponerlo incómodo, nada más que porque podía, porque estaba fácil.

Me dijo que no me iba a tatuar y yo volví llorando a casa.

El ficus, por lo menos, seguía en el balcón.